Cocinando con mi nieta Laura


Mi nieta Laura tiene ahora 3 años. Desde que empezó a moverse por su cuenta, nos mostró cuánto le gusta pintar, hacer rompecabezas y cocinar. Por eso tiene una caja llena de lápices de colores y por eso también los Reyes Magos le pusieron en su casa una cocinita y en la mía, la de sus abuelos del campo, una caja de acuarelas y un delantal.

Cuando voy a su casa, ella y yo jugamos a las comiditas de mentirijillas. Y como las dos gozamos de mucha imaginación, ella por ser niña y yo porque nací así, no tenemos dificultad ninguna en "ver" sabrosos guisos dentro de sus pequeñas cacerolas de juguete, donde no hay nada. Los condimentamos echando sal de un salero del que nada cae, lo removemos con la cuchara, subimos y bajamos el fuego, que solo consiste en una luz teñida de rojo, y, al apartar el guiso, se enfunda ella las manos en guantes de cocina a su medida, mientras yo la apoyo con un minúsculo agarrador, para no quemarnos las manos con algo que solo nos achicharraría los dedos en nuestra imaginación.

Y cuando es ella quien viene a mi casa, las dos guisamos comida de verdad en mi cocina. O bien preparamos entonces algo sencillo, que no precisa fuego ni horno, o Laura se convierte en mi ayudante pues ella sabe que el horno, la hornilla y los cuchillos son peligrosos y solo abuela los puede tocar.

Antes de entrar en la cocina, las dos nos lavamos las manos con agua y jabón.

A continuación nos colocamos los delantales, Laura el suyo pequeño y yo el mío, más acorde con mi talla adulta, que ambos cuelgan del perchero, detrás de la puerta, juntos porque somos dos cocineras.

Es importante mantener la higiene en la cocina y Laura ya lo ve como algo natural.
 
Su primera experiencia cocinando conmigo fue en marzo, un postre frío que preparamos juntas para mi cumpleaños.

¡Mira lo que hicimos! En el fondo de unos vasitos pusimos mermelada. Como yo había tenido una fábrica, disponíamos de mermeladas de distintos sabores. Sobre la mermelada, acabamos de llenar el vasito con una crema de yogur, yogur natural ligeramente batido, y lo completamos con pequeños trocitos de galleta, que a la vez que lo adornaba, le daba sabor. En la foto puedes ver con qué cuidado lo hace Laura, vasito a vasito. Y en la de portada habrás podido apreciar lo bonito que resultó este postre que en esa ocasión preparamos las dos.

En los días de vacaciones de este verano Laura ha cocinado conmigo otros platos más complicados. Hicimos juntas un lomo a la sal, según la receta publicada en este blog. Yo preparé el condimento, ella lo removió y ambas lo untamos sobre la carne, como si fuera una cremita sobre la piel, le expliqué. Más fácil fue cubrirla de sal, algo que a Laura le gustó tanto como la sorprendió.  

Otro día hicimos albóndigas en salsa, donde ella mostró su habilidad modelando la carne picada y haciéndola rodar por la harina. Como hacía tanto calor, nos fuimos a trabajar a la terraza.
Y cuando más nos divertimos fue el día en que preparamos las galletitas de abuela Lola, una antigua especialidad mía, que ahora que tengo nietos, las hemos llamado así. Laura aprendió las palabras masa y rodillo. Yo la inicié en las técnicas de amasado a mano y estirado. Con mi rodillo, demasiado grande para sus manos pequeñas, la tenía que ayudar.

Y luego vino lo más divertido: ¡los cortapastas! Recortamos en la masa formas de media luna, de estrella, de flor, de corazón, de galleta redonda ¡y no digamos, las especiales!, con un agujero en el centro que se rellena de mermelada. Fue un éxito. Todos en casa comimos las galletitas, niños y mayores, hubo quien se las llevaba a su dormitorio... ¡y las habíamos hecho entre Laura y yo!

Cocinar con niños es bueno para ellos porque aprenden a conocer los alimentos. Laura ya distingue la harina del azúcar y de la sal, por su textura, no solo por su sabor. Y sabe qué se hace con estos productos, para qué se utilizan y cómo se utilizan. Aprende de limpieza y técnicas de cocina. Ve cómo se prepara la comida, en lo que ella misma participa, y la come luego con mayor interés. Y cuando llega el plato a la mesa y todos lo prueban, se siente satisfecha porque es quien lo ha cocinado, lo mismo que cualquier cocinero.

Si tienes niños en tu familia, no dejes de cocinar con ellos. Disfrutarás como lo hago yo. ¡Cocinar con mi nieta Laura, me encanta!

Nota: siento no poder mostrarte en las fotos la cara de Laura cocinando. Se trata de proteger su imagen, ya que es menor de edad.

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