El otoño transcurre con tranquilidad en la fábrica. En el huerto no tanto. Los árboles frutales habían empezado a perder sus hojas y podía ver sus copas pintadas de colores pardos y amarillentos; pero la temperatura, que continuaba cálida, me hacía temer que la tomaran los árboles por una primavera y comenzaran a florecer.
Es necesario el frío y también la lluvia. La sequía y los fuertes vientos nos han secado algunos árboles.
Es tiempo ahora de mandarinas. Las naranjas agrias estarán dentro de poco y la fábrica entonces entrará en actividad con elaboración a diario.
También están dando sus frutos los madroños. Y como cada año, pienso en recoger sus bolas rojas para hacer confitura, aún no sé si para venderla o para probarla.
Otoño es un tiempo de colores.
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