Los tomates del huerto tienen mucho jugo. Al trocearlos ese jugo sale. En algunas preparaciones, como el gazpacho, se aprovecha. En otras en cambio, como el tomate frito, no es conveniente ya que resultaría muy líquido.
A ese jugo le llamo agua de tomate. Lo conservo congelado y lo aprovecho para cocinar durante el invierno. Aunque no tengas huerto, también puedes hacerlo con tomate de temporada. Te voy a explicar cómo. Es muy sencillo.
Al tomate no hay que hacerle nada especial. Al pelarlo, quitarle las semillas y partirlo el jugo sale solo. Recuerda que para pelarlo con más facilidad lo puedes escaldar.
En la foto de arriba puedes ver el agua de tomate después de colarla.
Las semillas que aún tenga, se quedarán en el colador. Si quieres plantar tomates el año que viene, no las tires. Otro día te explicaré cómo preparar las simientes.
Pasa el agua de tomate a una jarra y llena una cubitera. Como esa de la foto siguiente.
Métela 24 horas en el congelador. Luego sácala y desmolda los cubitos. Los he puesto en ese cuenco de cristal para que los veas mejor.
Guárdalos en el congelador dentro de una bolsita de congelación con su fecha. Tienes que hacerlo sin entretenerte porque se descongela rápido.
Al preparar un guiso, o una sopa, o una crema, añade 3 o 4 cubitos de agua de tomate. Se disolverán al calentarse. Es una forma sencilla y rápida de sustituir el tomate de sofrito y le da a lo que cocines el sabor y color del tomate de huerto. Y además es una manera de aprovechar este jugo.
También puedes congelar el agua de tomate en botellas de plástico, si vas a necesitar más cantidad de una vez. Sácala del congelador varias horas antes de utilizarla.
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