Campo y ciudad

En este blog vamos a hablar de campo a personas de ciudad. Así que lo primero que tenemos que hacer es tratar de ver el campo tal como es.
Del campo se pueden ver imágenes muy bonitas, pero al igual que las personas, tiene sus días buenos y malos. El campo vive, se mueve, tiene vida. Y hay que saber conocerlo y entenderlo.




En la ciudad se habla de zonas verdes. En el campo no, a nadie se le ocurre hablar de zonas verdes.
En el campo los caminos son de tierra, no de asfalto. Si se abren boquetes, al pasar con el coche no nos quejamos; los sorteamos como podemos y nos acostumbramos a hacerlo así.
En la ciudad, la gente que se cruza por la calle no se saluda si no se conoce; muchas veces casi ni se ven pues cada uno va a sus cosas. En el campo, las personas que se cruzan en los caminos se saludan aunque no se conozcan.
En la ciudad se vive deprisa y se espera con impaciencia. En el campo es distinto. Como es habitual sembrar, sabemos que para obtener resultados es preciso esperar y no nos impacientamos.
En la ciudad no se suele mirar al cielo, ni se sabe de dónde sopla el viento, y por las noches, las luces de las calles no dejan ver las estrellas. En el campo podemos contemplar la inmensidad del cielo tanto de día como de noche, nos fijamos en la dirección del viento, en la densidad de las nubes y en las fases de la luna.
Los lectores de este blog que vivís en ciudad, iréis descubriendo poco a poco cómo la vida del campo es distinta a la vuestra y cómo sus habitantes formamos parte de él.

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